Disco Grande. Mi programa de Radio 3 en RNE. Dedicado a los sonidos actuales y a contar y a ejercer de altavoz de lo mejor del panorama de la música contemporánea de aquí y de fuera. Y, como parte del contenido ineludible, el apoyo a los nuevos artistas, a los emergentes, a los que empiezan desarrollando su caudal de ideas y los plasman en una maqueta. Esa fue la vía por la que llego a nuestro protagonista.
Lo primero que supe de Xavi en su vertiente de músico no pudo ser más rudimentario, pero perfectamente válido para mi trabajo. No es menester quedarse epatado por exquisiteces de sonido, sino vislumbrar el talento que hay debajo de una grabación casera o de local…o de concierto.
Porque, efectivamente, fueron unas canciones grabadas con un magnetófono de cassette pegado a un altavoz de una actuación casi familiar o entre amigos de The Wah Wah Papallons. Fue la primera vez. Y sonaron en la radio. El culpable fue el común amigo Joan Asens que fue el “grabador” de aquel kilómetro cero de la carrera de Xavi.
De eso hace algo más de veinte años. Casi nada.
El siguiente paso fue pinchar en mi programa la propuesta de Loopside. Primero y por seguir con los disciplinarios paso a paso tuvo su hueco la demo y luego ya el disco (bueno, plural, los discos).
El sello Jabalina, casi coetáneo y con la misma edad que los jovenzuelos de Bellpuig (Lleida) fue el encargado de mostrarle al mundo “indie” las coordenadas sonoras de esa formación (nota aclaratoria al amable lector: el movimiento surgido como relevo de los 80´s y la llamada “movida” y ramificaciones en la música pop de aquí se llamó independiente y por abreviatura se quedó en “indie”).
A esas alturas de nacimiento y crecimiento de los susodichos Loopside nuestro protagonista seguía embelesado por los sonidos british noventeros (cuestión de identificación y de tener la mirada puesta en lo que se hacía por UK) y se miraba a distancia y con admiración lo que podían hacer (busquemos un trío de referencias (Osais, Stone Roses o Adorable). Cuando el tiempo de esta aventura se acabó se puso punto final y apenas algunos elegidos disfrutamos de una actuación revival imperdible en una celebración gloriosa e inolvidable (los amigos son los amigos y por ellos se desempolva la etiqueta de garantía; faltaría más).
El cambio de demarcación geográfica por motivos de trabajo trajo una nueva aventura musical. Junto a Marco Maril gestó Dar Ful Ful. Ahora las coordenadas y referencias de pop nos eran más cercanas (llámense el inolvidable Carlos Berlanga o Family y su aparición discográfica fugaz, casi tanto como estos discípulos que nacían cuando se acababa un siglo y llegaba el presente).
Esa maqueta de Dar Ful Ful llegó aún más alto en el podio que la de sus hermanos de Loopside. Fue la mejor del año. La resaca del triunfo fue la grabación de un álbum que, a su vez, ha servido de referencia para músicos que han venido después en la década y media siguiente y una escena para recordar. Actuación en el festival de Benicassim (el potente y superfamoso FIB) en una carpa y el público asistente que se desbordaba y desparramaba más allá del recinto (antes lo habíamos visto con los primerizos Belle & Sebastian) para no perderse a quienes habían firmado un disco cálido, sensible y emocionante. Fue bonito mientras duró. Que fue poco. Añádase una lagrimita de fan.
Aún hubo otra aventura sin abandonar las lindes del pop de Xavi, pero ésta más personal e individual llamada Piano. Estaba ya sacando el pañuelo de despedida dirigiéndose a ese público más exclusivo y mayoría minoritaria al que (por ejemplo) se dirige uno desde el micrófono.
Total, que un buen día (bueno, no, gradualmente) fue pasando al «otro lado», al de la música seria, a componer para documentales o televisión o cortos o largos. Y a ser incluso candidato a subir al estrado (todo llegará) y llevarse un Goya.
Es otro perfil, que a uno le pilla un poquito más lejos y por eso apenas me quedan unas líneas más de semblanza porque lo que el abajo firmante más conoce de Xavi ya está expresado y desmenuzado en los renglones anteriores.
Pero no dejan de ser más rasgos de su competencia y sabiduría musical. Y es por eso por lo que, con el catalejo de la distancia y de la certeza de los deberes bien hechos, no tengo por menos que alegrarme y felicitarle por este merecido galardón. Esta Academia sabe lo que hace.